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Sé que parece mentira de influencer (encima sin serlo) si digo que me han pedido mucho este post. Pero también puedo decir que (a pesar de haber dejado tanto tiempo) me apetecía mucho escribir sobre este viaje y que el lector elija la justificación que más le guste. También es cierto que ha pasado tanto tiempo que, seguro, se me escapa algún detalle, pero lo esencial permanece en mi recuerdo para siempre. Y así lo comparto:  

En 2018 Carmen organizó la aventura de El Camino de Santiago. Al año siguiente, me ofrecí a organizar yo lo que fuera que quisiéramos hacer. Teníamos claro el presupuesto, pero no el plan. Claro que, ajustar un plan a un dinero “tal” lo limita un poco y este año debíamos ceñirnos a no gastar más de lo que necesitamos el año anterior en los días que estuvimos por el norte (incluyendo los costes desde que salimos de nuestras casas hasta que volvimos a entrar). Así que propuse dejarlo todo en manos de Drumwit que, con poco más de 500€ – y aprovechando un -5% de descuento de una Influencer a la que también le preguntáis muchas cosas – nos organizaron un viaje para 4 días en un destino sorpresa. Carmen dijo sí a la aventura. Yo no me considero muy aventurera, necesito, al menos, tener algo planificado. Ahora os cuento.

¿Qué es Drumwit? Drumwit es una agencia que organiza viajes sorpresa fijando primero si el viaje es para ti o quieres hacer un regalo, el número de personas que viaja, ajustándose a tus preferencias de tarifa, aeropuerto, fecha, tiempo, destino… Yo lo hice así: 

  •  Tarifa: seleccioné el pack económico con el que no pueden asegurarte un alojamiento céntrico de categoría y solo puedes descartar un destino. Con el Pack Deluxe podría descartar más destinos y contar con alojamiento de más nivel, entre otras ventajas. 
  • Aeropuerto: elegí Málaga que, aunque suma unos 50€ más que seleccionar, por ejemplo, volar desde Madrid, para la fecha en la que viajaríamos nos venía mejor ese aeropuerto.
  • Fecha y tiempo: seleccioné 4 días a principios de agosto, de lunes a jueves. 
  • Destino: en la página web puedes ver los 30 destinos posibles, incluso puedes descartar uno de forma gratuíta con el pack económico. Yo descarté Lisboa porque había estado de vacaciones el año anterior. No me habría importado repetir porque cambiaba la compañía y siempre puedes viajar a otras ciudades desde allí. Pero ya que tenía la opción de descartar uno gratuitamente, lo aproveché. Descartar más de un destino tiene un coste de 5€ por destino y persona. Lo dejamos así. 

¿Cuándo sabes el destino? 

48 horas antes de la salida, obtendrás toda la información relacionada con el destino y el viaje. Ya he dicho que nos íbamos un lunes. Pues bien, contábamos con saberlo el sábado, que a Carmen y a mí nos pillaba de boda. Y, con los nervios de estos eventos (y los que no os cuento), no me di cuenta de que tenía el mail con los datos de la reserva el viernes, un día antes de lo prometido. Como nos comía el tiempo, puse la misma pregunta en mis diferentes redes sociales: 

“¿Qué hacer en Manchester en un fin de semana?”

No era un fin de semana, pero no me gusta dar más datos de los necesarios, y menos por adelantado, así que formulé a propósito la pregunta porque contábamos más o menos con el mismo tiempo que si nos fuéramos un finde. Entre varias respuestas que quieren colar el chiste, hubo otras cuantas que decían que es una ciudad que no merece el viaje y que nos iba a llover todos los días. Mi propuesta es que obvieis esas respuestas y que intentéis también no darlas, ya que lo adecuado es que cada uno se construya su propia opinión basada en su experiencia. La mía fue buena y eso que no iba con grandes expectativas, porque tenía la ligera esperanza de que me mandaran más lejos de mi ya conocido Reino Unido. Me quedé con las respuestas que aportaron de verdad y a partir de ahí, empezó mi breve planificación y lo que fue surgiendo.

Día 1, Manchester:

Teniendo en cuenta que llegamos sobre las 15:30 al hotel, lo que hicimos fue pasear e ir descubriendo. Manchester se presta bastante a eso. Así vimos dónde estaba situada la Biblioteca Central, el ayuntamiento… Tener el hotel en Princess Street, hacía muy fácil el desplazamiento a pie mientras ibas situando el barrio chino, el barrio gay, las cafeterías y supermercados que nos salvarían los “desayunos de señoras” que nos íbamos a dar y nuestras provisiones de tentempiés para no parar de andar en todo el día y disfrutar del buen tiempo que nos hizo. Llegamos, casi por casualidad a Old Wellington, vimos la catedral, acabamos la ruta pateando Market Street y nos tumbamos al fresco del césped enfrente del estadio. Nos recogimos, hicimos cena de fruta y me atraganté de la risa tras escuchar en inglés el anuncio de Calgón. No sé, a mí me valía la pena recordarlo.

Día 2, Manchester:

Desayunamos en Wetherspoon por pura inercia. Hicimos un superdesayuno continental de esos con “de to” para hacer un brunch y no parar a comer, con la idea de no perder mucho tiempo. Del sitio, me gustó mucho que ofreciera wifi gratuito, ya que la forma de hacer tu pedido es vía una aplicación cuyas instrucciones están en cada mesa. Muy fácil, muy cómodo, sin malentendidos. Al poco viene un camarero a ponerte las tazas para que te sirvas café o té tantas veces como quieras. Muy poco después tienes tu desayunazo. Había que espabilar, organizarse los días teniendo en cuenta que la visita al interior de cualquier sitio suele ser, con suerte, hasta no más tarde de las 17:00. Así que lo que hicimos fue inscribirnos en una de las rutas gratuitas en inglés de Sí Manchesterpor la mañana. Lo de gratis y lo de en inglés fue más una cuestión de horarios, aunque ambas tenemos buen nivel y habríamos optado igualmente por una ruta en la lengua del país de origen. Teníamos la duda de si por existir la opción gratis y la de pago habría una diferencia muy grande de tiempo, sitios, calidad… Visitamos todos los barrios más importantes de la ciudad y nos contaron anécdotas y leyendas que no habríamos sabido nunca si no fuera por que íbamos con alguien que conoce bien el suelo que pisa. Sin duda, la ruta vale un dinero que no lo cobran ni en las de pago. Alucinamos con la cantidad de información, de curiosidades y de detalles con las que contaban. E intentamos aportar “la voluntad” al final, pero ningún cajero quiso darnos efectivo y hasta ese entonces no habíamos visto la necesidad de tenerlo (puedes pagar con tarjeta en todos lados). Así que optamos por contratar otra ruta con ellos avisando de que esta vez no íbamos, solo por pagar algo que vale más de lo que cobran.

Tras situar todos los puntos de interés, repetimos recorrido para visitar ese tipo de sitios en el que sabes cuándo entras, pero no cuando sales, como fue para nosotras la Biblioteca John Rylands. Y claro, se nos hizo tarde, lo suficientemente tarde como para darnos una cena más que merecida en el restaurante con mejores críticas del barrio chino.

Día 3, Liverpool

El desayuno teníamos que hacerlo en el Café Viena por recomendación del guía de Sí Manchester. Y sí, fue un acierto. La camarera era un amor y la cocina exquisita. Después, nos fuimos a la estación de tren a montarnos en el primero que saliera para Liverpool.

La primera parada es la propia del tren en Lime Street, en pleno centro de la ciudad. Lo primero que te encuentras es un impresionante edificio neoclásico, el St George Hall. Muy cerca, puedes ver el Empire Theatre, el más grande de Gran Bretaña. Real y lamentablemente, no tuvimos tiempo para ver su interior. 

La segunda parada como tal fue, a nuestro pesar, en Primark para comprarnos un chubasquero (in England sin chubasquero…) porque fue la primera y única vez que nos llovió durante nuestra estancia. Como en Manchester, a todos los sitios fuimos andando. 

Después de asegurar el alimento y la impermeabilidad, nos dirigimos a Chinatown, a inmortalizar nuestras carasguapas con su arco y sus dragones. El barrio es más pequeño que el de Manchester y, su arco, sin embargo, más grande.

Las catedrales de Liverpool (una anglicana y otra católica) bien merecen una visita. La primera que te encuentras cerca del barrio chino es la anglicana, que es una de las más grandes de Europa. Después visitamos la catedral católica, que no queda muy lejos y de la que vimos su interior. 

Tras el sosiego monumental, continuamos la ruta improvisada visitando The Cavern Quarter, donde está ubicado The Cavern, el local donde The Beatles se hicieron famosos y donde aún hoy, si sabes cómo, sientes su presencia. Puedes disfrutar de todo el material (no solo de ellos) que permanece allí y de música en directo y algún documental en sus diferentes salas. Echamos un vistazo a la estatua de John Lenon y el muro de la fama, buscamos e hicimos compañía a Eleanor Rigby.

El Museo de los Beatles lo pillamos ya cerrado (cierra muy pronto, recordar para la próxima). Tampoco nos habría dado tiempo a verlo bien si hubiéramos llegado antes del cierre. Íbamos justas de tiempo y esa espinita se me quedó hasta la ¿quién sabe? próxima visita.

Más tarde nos dirigimos al Pier Head, donde puedes, entre otras muchas cosas, fotografiarte con una estatua en honor a los Beatles. Se me nota, ¿no? sus canciones me llevan con mi padre y la discografía con todas sus letras que me regaló cuando tenía 12 años y que fueron fundando las raíces de mi pasión por el idioma.

Por supuesto, acabamos la tarde dando un paseo por el Albert Dock, la ciudad marítima y mercantil de Liverpool. 

Cenamos, por darnos el lujo de cenar en el restaurante mejor valorado y más recomendado, en “Alma de Cuba”. Nos costó encontrarlo y, no sé si por cansancio o por un exceso de expectativas, la comida tampoco nos pareció tan espectacular. El sitio es un sitiazo, eso sí. Si volviera atrás, quizás habría elegido otro tipo de cena. O lo mismo repetiría paso a paso lo que hice ese día.

Día 4, Manchester

Teníamos que coger el tren por la tarde para llegar con tiempo al aeropuerto. Y queríamos exprimir el día al máximo haciendo eso que tanto nos gusta: visitar galerías. 

Volvimos a parar en el barrio Gay. Ya os habréis dado cuenta de que no íbamos de copas. Quisimos verlo tranquilo. Visitamos la fortaleza Castefield y dimos un paseo, sin más, por el río.

Nuestra última visita de este viaje fue Manchester Art Gallery. La entrada es gratuíta, como casi todo museo y galería en Gran Bretaña. Sí que hay una urna para aportar la voluntad en la que te indican cuánto podrías donar para el mantenimiento del lugar.

Al llegar a casa, recibí Whatsapp de Drumwit preguntando si todo había estado bien. La única pega que teníamos fue el vuelo de vuelta, que fue una vergüenza: una compañía de bajo coste que hizo buena a la que tuvimos para la ida. Por lo demás, repetiríamos experiencia en cualquier otro de sus destinos.



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